viernes, 14 de febrero de 2014

.Reflexion: Vivir una Vida Loca tiene tristes consecuencias

Es mejor vivir una decente que una vida loca porque al final todo se paga y en todo lo bueno hay recompensa. Después de vivir una vida loca, Cristo perdona si la persona viene con un corazón arrepentido, pero la recompensa nunca sera igual como para el hijo que fue obediente. En la Parabola del Hijo Prodigo,vemos como el Padre recibe al hijo que fue y vivió una vida desordenada, y vemos como le hace una fiesta y lo viste, y le da su lugar de hijo, pero cuando el hijo obediente viene y le reclama que por que no ha hecho fiesta también para el, su Padre le dice: hijo estoy contento porque tu hermano estaba muerto y ha revivido, PERO TODO LO MIO ES TUYO. Hay jóvenes que se confunden y dicen: bueno puedo vivir como el mundo vive, haciendo todo lo que me da placer y después Dios me perdona. Y sabes, puede ser cierto que Dios lo perdone en su misericordia, pero su recompensa no sera la misma que la de aquel joven que se somete a Dios y gasta su juventud para su Señor. Entre mas tiempo se vive una vida solo buscando placeres sin pensar si lo que se hace es decente o indecente, peores son las consecuencias en esta vida y en la vida eterna. A las personas se les olvida que todo se paga, tarde o temprano, todo se paga. Y aveces también se les olvida que Dios es justo y que el siempre dará recompensa por toda buena obra y acción. Lucas 15: 11-32 RVR 1960 11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

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