Estudios Biblicos- Jesus es el Hijo de Dios
INTRODUCCIÓN
El historiador judío Flavio Josefo quien había nacido en el año 37 d.C. y quien en el año 66 d.C. fue comandante de las fuerzas judías en Galilea; escribió lo siguiente: “Ahora, había alrededor de este tiempo un hombre sabio, que tenía por nombre Jesús; no sé, si es licito llamarlo un hombre, pues era un hacedor de maravillas; era un maestro, tal que los hombres recibían con agrado la verdad que les enseñaba.
Atrajo así, a muchos de los judíos y de los gentiles. Él era el Cristo (el Mesías) y cuando Pilato, a sugerencia de los principales de entre nosotros, le condenó ser crucificado; aquellos que le amaban desde un principio, no le olvidaron; pues, se volvió a aparecer vivo ante ellos al tercer día; exactamente como los profetas lo habían anticipado y cumpliendo otras diez mil cosas maravillosas, respecto de su persona, que también habían sido pronunciadas. Y la tribu de cristianos, llamados de este modo por causa de él, no ha sido extinguida hasta el presente”.
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A. EL SEÑOR JESÚS, ES EL HIJO DE DIOS.
El Señor Jesús no es un mito, no es una figura histórica. Él, es más que una figura histórica; Él, es el Hijo de Dios, que vino a éste mundo para salvar a los perdidos: “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.” (Mateo 18.11). El apóstol Pablo, lo describe de la siguiente manera: “…el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” (Colosenses 1.13-20).
Dos mil años atrás, apareció un hombre en el escenario de la historia. Él nació en el mundo y creció hasta la vida adulta exactamente como cualquier otra persona. Pero este hombre era diferente a cualquier otro. Él no fue un hombre común y corriente. Una virgen concibió del Espíritu Santo y lo trajo al mundo.
Casi todas las cosas que usamos en la vida, están compuestas, por más de un elemento. Por ejemplo, una prenda de vestir, que está elaborada con una tela; esta tela, está conformada por un % de algodón y otro % de poliéster o cualquier otro componente y así lo especifica la etiqueta, que lleva esa prenda.
Si el Señor Jesús llevara una etiqueta, sería la más rara en el mundo. Así especificaría: 100% Dios y 100% Hombre. El Señor Jesús poseía una naturaleza divina y una naturaleza humana; sin embargo era una persona y no dos. Él era el Cristo, el Mesías y era el Señor Jesús de Nazaret. Dicho de otra forma, era Dios hecho hombre, quien vino a la tierra en apariencia humana. Fue el “Hijo de Dios” (Lucas 1.26-35). “En el principio era el Verbo [Jesús] y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros [y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre], lleno de gracia y de verdad” (Juan 1.1, 14).
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