domingo, 9 de marzo de 2014

curso liderazgo cristiano

Liderazgo Cristiano INTRODUCCIÓN El asunto principal, que se debe determinar en esta enseñanza; es si “la sangre” en el sentido bíblico, se relaciona básicamente con la vida o la muerte. Hay quienes sostienen, que en el régimen de sacrificios del Antiguo Testamento, “la sangre” representa la vida liberada de las limitaciones del cuerpo y disponible, para otros fines. Según este punto de vista, el uso ceremonial de la sangre, representa la solemne presentación de la vida a Dios: vida entregada, dedicada y transformada. La muerte, ocupa un lugar subordinado o incluso, no ocupa lugar alguno. Según esta opinión, “la sangre de Cristo”, significaría poco más, que “la vida de Cristo”. No obstante, las evidencias, no parecen apoyar este parecer. 1. LA VIDA ESTÁ EN LA SANGRE. “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona” (Levítico 17.11). Cuando pecamos, ganamos la muerte. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6.23). El Señor Jesús, pagó un precio por la humanidad, con su propia sangre (al morir por cada persona en la cruz). El sacrificio expiatorio significa, ser hecho UNO CON DIOS. El señor Jesús, dio su vida y derramó su sangre, sobre la cruz; para expiación o redención del pecado de la humanidad. Esto hizo posible, que cada persona que le recibe como salvador, sea UNO CON DIOS. La sangre del Señor Jesús significa, que ya el que es nacido de nuevo, no es Su enemigo; sino, más bien, Su amigo o amiga, Su hijo e hija. Por fe, el creyente recibe lo que el Señor Jesús hizo, por la humanidad en la cruz. 1. LO QUE HACE EL PECADO, EN LA VIDA DEL HOMBRE. El pecado en el ser humano, es una consecuencia de su inevitable, pero innecesaria renuencia, a confesar o reconocer su dependencia de Dios; a aceptar su finitud, como criatura de Dios y a admitir su inseguridad, aparte de Dios. Esta renuencia, lo enreda en un círculo vicioso, que termina por acentuar o dar mayor fuerza, a la inseguridad de la que quiere escapar. La raíz del pecado, es la incredulidad. El pecado se expresa en el orgullo, que trata de conseguir seguridad aparte de Dios; mediante la elevación del yo finito, a una posición de importancia infinita. El orgullo se expresa en rebelión y presunción intelectual para con Dios; en injusticia para con el prójimo; en mentira y autoengaño, hacia la misma persona. Esto trae como consecuencia lo siguiente: 1. Separa al hombre de Dios. “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59.2). 2. Hace sentir al hombre culpable. “Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí” (Salmo 38.4). 3. Permite que Satanás acuse al hombre, delante de Dios. “…porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apocalipsis 12.10). 4. Demanda la pena de muerte, del hombre. “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18.4). Es entonces, que la sangre de Cristo, satisface todas las necesidades del hombre. 1. LA SANGRE DE CRISTO NOS MUEVE HACIA DIOS. La sangre de Cristo, satisface plenamente la ley de Dios; la cual, requiere un castigo, cuando la ley es quebrantada. 1 Juan 3.4, enseña lo siguiente: “Pues el pecado es infracción de la ley”. La sangre de Cristo, protege al creyente de la culpabilidad, de quebrantar la ley (ser condenado a muerte). En Éxodo 12, Dios ordena al pueblo de Israel, untar con la sangre de un cordero sobre los umbrales de sus puertas; para protegerlos del destructor, quien pasaría matando a todos los primogénitos de la tierra. Ese era un cuadro representativo, del Cordero de Dios: Era el …veré la sangre, y pasaré de vosotros… ” (Éxodo 12.13). Esa maravillosa providencia de Dios, a través del sacrificio de Su Hijo, es la que ha traído al hombre: 1. Restauración en la confraternidad con Dios. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5.8-9). 2. Hay redención (Comprado de la esclavitud). “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1.7). D. LO QUE LA SANGRE DE CRISTO HACE EN EL HOMBRE. La sangre del Señor Jesús, ha satisfecho a Dios; ahora está, para satisfacer a cada persona que reciba a Su Hijo, como salvador; trayendo limpieza en la conciencia, de la culpa. De esta manera, opera de una forma sobrenatural en el creyente; así: 1. Le limpia de la culpa. “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9.14). 2. Le santifica. “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta” (Hebreos 13.12). 3. Le acerca más a Dios. “…Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado…” (Colosenses 1.20-22). 4. Le da confianza y valor para estar en la presencia de Dios. “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10.19-22). 5. Le perfecciona ante la presencia de Dios. “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10.14). E. LA SANGRE DE CRISTO AFECTA AL DIABLO. La actividad más estratégica del diablo en esta época, es: acusar de los hermanos (Apocalipsis 12.10) y es como tal, que el Señor lo confronta con Su ministerio especial como Sumo Sacerdote, a través de Su propia sangre (Hebreos 9.11-14). Por eso el diablo, no puede tocar al que realmente, ha sido lavado con la sangre de Cristo; porque: 1. Coloca a Dios al lado del hombre y en contra del Diablo.- “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?… ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8.31, 33-34). El diablo no tiene fundamento en sus acusaciones, contra los que han recibido la obra redentora de Cristo, en sus vidas. 1. Anula todo derecho que reclame Satanás. “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1.14). ‘Redención’, significa: ‘comprar de vuelta’. El nuevo hombre, se encuentra bajo la posesión, de un nuevo dueño y el precio que ÉL pagó por nosotros, fue el derramamiento de Su sangre. “…la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre” (Hechos 20.28; 1 Corintios 6.19-20; 1 Timoteo 2.6). F. EL BENEFICIO QUE LA SANGRE DE CRISTO NOS HA TRAIDO. 1. Pureza de corazón. “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1.7). 2. Vida eterna. “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6.53-54). 3. Acercamiento a Dios. “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2.13).

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