2. Soledad
Consejería Cristiana es una
introducción a la consejería bíblica que el pastor puede aplicar a las necesidades de las
personas que buscan su ayuda. Se estudia el comportamiento del hombre y
los factores que forjan su carácter para comprender mejor la condición
humana. Esta matería representa una investigación del educador
cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto Abels.

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PROBLEMAS DE SOLEDAD
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LA SOLEDAD
ES UN CAMINO SEGURO HACIA LA INFELICIDAD
Recientes
investigaciones han llegado a la conclusión de que la soledad es una de las principales causas
de infelicidad y aunque no constituye un trastorno en si misma va
normalmente asociada a sentimientos de descontento, frustración y ansiedad
que con cierta frecuencia desembocan en depresión.
Existen algunas condiciones de vida que han propiciado el sentimiento de
soledad: los cambios de domicilio que implican el corte de lazos familiares
y de amigos, el tipo de relaciones que se establecen en la gran ciudad
(formales, frías y poco íntimas), las escasas relaciones con la familia
amplia (solo con la nuclear), el incremento de separaciones y divorcios, el
incremento de valores individualistas, la búsqueda del éxito personal y la
competitividad acentuada conllevan al aumento de la soledad. Es cierto que
esta puede ser preferible a una mala compañía pero generalmente comporta
tristeza y depresión, salvo que sea una soledad deseada esta puede convertirse en
una fuente de inspiración positiva, como
ha ocurrido en algunos escritores, artistas, poetas científicos.
La
soledad puede posibilitar un carácter reflexivo, profundo y rico, que
desarrollemos más nuestro mundo interior por encima de los vaivenes de la
vida, pero solo será así cuando esta es deseada, elegida y aceptada. Pero
generalmente no es así, hay una soledad
amarga que hemos de soportar a la fuerza por limitaciones de nuestro
carácter o por frustraciones que
nos
trae la vida, como
la separación, el divorcio o la viudez.
A veces va acompañada de diversas adicciones como compañeros de viaje de toda la
sintomatología anterior.
¿Quienes se sienten mas solos? Existe la creencia que el sentimiento de
soledad aumenta con la edad, esto concuerda con una encuesta de Amando de Miguel en
el 1991 donde una gran mayoría afirmaba que lo peor de la vejez es la
soledad. Sin embargo, otros estudios efectuados en Estados Unidos
contradicen lo anterior ya que los entrevistados manifestaban menos
sentimientos de soledad
a medida que aumentaba la edad. Esto parece ser debido a que las personas
mayores han desarrollado redes de relaciones más estables, mientras que los
más jóvenes están intentando conseguirlas, hasta que no lo consigan se
cruzará en su camino la soledad.
La relación de pareja: ¿Existe relación entre estar casado y sentirse solo
o con necesidad de intimidad? Un estudio realizado con adultos alemanes
concluyó que las personas solteras y sin pareja tenían más probabilidad de
que se sintieran solas. Otros trabajos han demostrado que las mujeres que
tenían una relación íntima y auténtica con su pareja, el 70 por ciento
carecían de trastornos afectivos, mientras que quienes no poseían esta
relación disminuía en un 40 por ciento. También se ha observado que aunque
hombres y mujeres experimentan la soledad
con la misma frecuencia, las mujeres suelen reconocer más que los hombres
sus sentimientos. Quizá esta diferencia de manera de reaccionar se debe a
que un hombre solo es menos aceptable socialmente, que una mujer sola. A
ello también contribuyen los estereotipos sexuales que presentan a la mujer
como más
capaz de expresar sus sentimientos y al hombre como más ajeno a las reacciones de
debilidad.
EL CÍRCULO DEL SOLITARIO
Cuando la soledad
arraiga en nuestra personalidad puede convertirse en una cárcel psicológica
que conlleva a un proceso que puede resumirse en cuatro etapas que forman
una cadena cuyo final implica el reinicio del proceso.
1. -Creencias negativas hacia si
mismo. A causa de sus
fracasos pasados las personas solitarias se ven negativamente a si mismas y
están convencidas de que fracasarán al tratar con los demás. Tienen poca
autoestima, se rebajan a si mismos, se sienten incapaces de relacionarse.
Creen que su timidez es invencible y no pueden luchar contra ella. Así el
solitario crónico se deja arrastrar por pensamientos negativos de si mismo
y de los demás. Esto tiende a funcionar por profecías auto-cumplidoras.
Quien cree que va a fracasar acaba fracasando por su falta de confianza.
2. -Conducta con poca habilidad
social. El solitario
tiene poca habilidad social, le resulta difícil desplegar actividades
sociales, participar en grupos, no sabe ser agradable, demostrar que
disfruta de la compañía de los otros, tratarlos cordialmente ... Suele
comportarse de forma menos agradable cuando está en publico, se siente
inseguro de si mismo, ansioso, generalmente es poco inclinado a revelar su
intimidad y cuando la descubre se comporta de forma inapropiada, demasiado
íntimo con los de su mismo sexo y superficial con el sexo opuesto tendiendo
a refugiarse en la ironía al tratar con los demás.
3. -Rechazo de los otros. La
mala imagen del
solitario, la forma de tratar a los demás no son una buena tarjeta de
presentación. Con su forma de actuar ahuyenta a los que podrían haber
llegado a ser amigos suyos y contribuye a que los demás no le miren bien.
4. -Retirada a la soledad. Solo el repliegue en su concha
permite un mínimo de seguridad a la persona que se siente rechazada por los
demás. La soledad
tiende a consolidarse con el tiempo y estas personas están convencidas de
que su situación no va a cambiar. La depresión e infelicidad que acompañan
al aislamiento refuerzan las creencias negativas hacia si mismo y reinician
el proceso circular en una situación que se realimenta a si misma.
Es importante darse cuenta del
proceso para poder iniciar el cambio e iniciar el proceso hacia la
aceptación de uno mismo, de los demás y conseguir la felicidad.
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La timidez: El miedo a no dar
la talla puede combatirse
Un rubor
que invade las mejillas, el sudor frío en las manos y la frente, los latidos
que se aceleran, un nudo en la garganta, las mandíbulas apretadas, los
molestos gases en el aparato digestivo, temblores, algunos tics y un sin
número de síntomas difícilmente controlables, invaden con frecuencia a los
tímidos más problemáticos cuando se encuentran ante otras personas.
Es, en
realidad, un conjunto encadenado de manifestaciones psicosomáticas que el
tímido trata de esconder. Y, ante el evidente fracaso de su propósito, las
cosas empeoran aún más. Si no sabe ubicarse y actuar en una reunión de amigos
o de trabajo, por ejemplo, en un principio se ruborizará. Pero esto no es lo
peor: al darse cuenta de que llama la atención, el rubor aumentará; si,
además, alguien le hace la observación de que se está poniendo colorado, terminará por
vivir el encuentro casi como
una tragedia.
La timidez
siempre está relacionada con el contacto social. Por eso, hay muchas y
variadas situaciones en las que el tímido puede sufrir con el contacto
humano: encontrarse a solas con alguien en el ascensor, hacer una pregunta en
público, efectuar una reclamación en un restaurante, devolver una prenda en
la boutique, iniciar una relación de pareja, .... Ahora bien, ciertos niveles
de timidez pueden incluso resultar atractivos porque despiertan en los demás
sentimientos de ternura, ante la manifiesta debilidad y necesidad de
protección que emana del
tímido. Por eso, algunos tímidos resultan tan interesantes para ciertas
mujeres, que ven en ellos personas a mimar y proteger, y una estupenda
ocasión de manifestar su instinto maternal. Sin embargo, en la mayoría de las
ocasiones la timidez se convierte en una tortura, un problema patológico que
impide al individuo relacionarse con normalidad. ¿Cuándo se puede decir que
la timidez adquiere el marchamo de “preocupante”?
Signos preocupantes
¿Cuándo se
puede considerar la timidez patológica y requiere, por tanto, que se actúe
decididamente sobre ella? La señal de alarma es el sufrimiento: cuando ese
temor al contacto con los demás produce angustia, desestabiliza y perjudica a
la persona en sus relaciones laborales, de amigos y familiares, hay que
intervenir: el bienestar emocional y, en general, la calidad de vida, se
resienten demasiado.
Ser
tímido, aclarémoslo, no es lo mismo que ser introvertido. La persona
introvertida es reservada y vive, predominantemente, hacia dentro de sí
misma. Prefiere expresarse con parquedad. Pero puede, perfectamente, no ser
tímida. Algunos introvertidos lo son porque eligen disfrutar de su mundo
interior y no salir mucho de sí mismos. Incluso pueden ser excelentes
comunicadores. Y también hay tímidos que hacen esfuerzos titánicos por
superarse y se han convertido en personas que aparentemente se relacionan muy
bien.
El tímido
es, normalmente, una persona muy emotiva que tiene miedo de actuar mal y por
eso evita el contacto con los demás. No se fía mucho de sí mismo ni de los
demás. Algunos tímidos que aceptan su timidez como un componente de su personalidad
logran sobreponerse, pero en otros casos su carácter les causa un severo
sufrimiento. Muchos de ellos no han podido soportar la angustia del aislamiento
progresivo al que ellos mismos se han condenado y al que irremediablemente
les empuja una sociedad que no se anda con muchas contemplaciones con los
aparentemente más débiles. ¿Y cómo reaccionan para sobrevivir? En algunos
casos, con conductas compensatorias: agresividad, despotismo, frivolidad, o
intentando llamar la atención de los demás mediante el chiste fácil o el
falso liderazgo. Son mecanismos de defensa interesantes de conocer, porque funcionan
como una
máscara que oculta a los tímidos y los hace difíciles de reconocer.
Lo que hacen algunos tímidos
Negación de la realidad: se protegen a sí
mismos de la realidad desagradable y adoptan actitudes escapistas como enfermar.
Fantasía: satisfacción de los
deseos frustrados mediante realizaciones imaginarias.
Proyección:culpan
de sus dificultades a otras personas.
Represión: evitan que los
pensamientos peligrosos o dolorosos entren en la conciencia.
Desplazamiento: descargan los
sentimientos acumulados sobre personas que perciben como más débiles que ellos.
Aislamiento emocional: retirada hacia la
pasividad, para protegerse del
daño.
Regresión: se posicionan en un
grado de desarrollo personal más elemental, que comprende respuestas menos
maduras.
Simpatía: tratan de ganarse
el afecto de los demás para fortificar los sentimientos de la propia valía, a
pesar de los fracasos.
¿Tímidos con éxito?
Cuando la
timidez no es grave puede convertirse incluso en un elemento al que sacar
rendimiento. La prudencia característica de los tímidos les ayuda a controlar
mejor los impulsos indeseables y les facilita una mejor aceptación social que
las personas que no actúan con tanto cálculo. Por otra parte, los tímidos
son, con frecuencia, introvertidos y aprovechan esa facilidad para
profundizar en la creatividad interior, estimulando la imaginación y la
fantasía. Por esa razón, entre los tímidos se encuentran grandes artistas,
pensadores y escritores. Fueron y son conocidos por su gran timidez James
Dean, Woody Allen, Montesquieu, Rousseau, Stendhal y Proust. Por otro lado,
aunque en el ámbito laboral se valora mucho la capacidad de comunicación,
también en ese terreno pueden aprovecharse las ventajas de la timidez.
Algunos tímidos han encontrado en el trabajo su refugio y muestran tendencia
a ser perfeccionistas y abordar con eficacia las tareas que requieren mayor
concentración y esmero.
¿El tímido nace o se hace?
Algunos
autores de corte organicista barajan la posibilidad de que las
manifestaciones psicosomáticas propias de la timidez tienen su origen en el
desarrollo de glándulas de secreción interna, como la hipófisis o las suprarrenales.
Incluso hablan de la timidez como
una característica hereditaria. Por su parte, los psicoanalistas afirman que
la timidez no es más que la punta del
iceberg de un problema oculto, y mucho más profundo. Debido a la represión de
los instintos -principalmente, los sexuales-, a la imposibilidad de ponerlos
en práctica, surgirían, según esta tesis, una serie de fantasías en las que
el tímido se percibe interiormente deseando realizar ambiciones y deseos que
al final no ejecuta. Esta represión se terminaría corporalizando y se
convierte en la rica sintomatología psicosomática del tímido (rubor, sudor, temblores, ...)
que se ha descrito al comienzo de este artículo.
Para los psicólogos
conductistas (otra corriente, además de las dos descritas), la timidez no se
hereda, se aprende desde niño por la influencia de modelos parentales o por
determinadas actitudes de quienes intervienen en el proceso educativo. Las
experiencias infantiles, según estas teorías, devendrían decisivas en la
aparición de la timidez: niños que no han sido suficientemente valorados o se
han visto ignorados, o se han sentido menos apreciados por sus educadores
cuando han conseguido logros, o que han sufrido experiencias de malos tratos
o han padecido alguna experiencia de abusos sexuales. Una etapa importante
para la aparición de la timidez es la adolescencia, esa época en que el
niño-hombre o la niña-mujer experimentan sensaciones desconocidas y no saben
manejarlas en sociedad o ante el otro sexo, lo que produce ese bloqueo de
inhibición o timidez. Y, como
se ha dicho, la comprobación del
propio bloqueo desencadena aún más temor al contacto social. En cualquier
caso, parece que en la aparición de la timidez influye mucho la historia
personal; es más aprendida que congénita.
¿Cómo superar la timidez?
Martha
Davis y otros autores en su libro "Técnicas de autocontrol
emocional" (Ed. Martínez Roca), apuntan algunos pasos para reforzar la
personalidad de las personas tímidas:
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Detención del pensamiento. Concentrarse en
los pensamientos no deseados que nos asaltan y, después de un corto período
de tiempo, detener y vaciar la mente. Se debe estar atento a la aparición
de estos pensamientos, identificarlos y pararlos enérgicamente.
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Rechazo de las ideas irracionales. Suscitando
pensamientos racionales como "no me afecta", "todo ser
humano se equivoca", "una discusión es cosa de dos",
"nos sentimos en función de cómo pensamos", o "qué es lo
peor que me puede ocurrir".
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Desarrollo de técnicas de afrontamiento del miedo. Utilizando
técnicas de relajación que apoyen las decisiones que nos conducen a
soportar situaciones difíciles.
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Entrenamiento asertivo. Mostramos una
conducta asertiva cuando defendemos nuestros propios intereses, y
expresamos nuestras opiniones libremente pero sin herir la susceptibilidad
de los demás.
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Otro
autor, Weimberg, afirma que la timidez es un hábito que se fortalece si no
se actúa contra él. Lo mejor es afrontarla de frente, no huir. Aguantar la
presión de las miradas, quedarse en el grupo. Mirar a los ojos del interlocutor,
cada vez un poco más fijamente. "No se trata de hallar valor para
hablar, sino de hablar para hallar valor". Hemos de hacer inventario
de nuestros propios valores para ir tomando conciencia íntima de nuestras
cualidades. Y para valorarlas en su justa medida.
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LA SOLEDAD: NI TAN MALA
COMPAÑERA
El sentido común sugiere que las relaciones
humanas son la clave para el bienestar, por lo que la soledad sería, en consecuencia, señal de
anormalidad. Pero, la soledad
también tiene su lado positivo. Durante siglos, poetas, místicos y religiosos
han reportado sus efectos creativos y enriquecedores. Los psicólogos han
comenzado a detectar a personas sanas que en parte toman la soledad para usos beneficiosos.
De acuerdo al psicólogo Peter Suedlfeld, PhD, de la Universidad de Columbia,
la necesidad de soledad presenta un componente de estado y de rasgo. Todas
las personas, en algún momento, sienten la necesidad de darse un tiempo de soledad. Quienes
presentan la soledad
como un rasgo
de personalidad la necesitan y la desean más que otros, en virtud de que este
rasgo representa características de conducta relativamente permanentes. El
estado de soledad
se refiere a características transitorias. Las investigaciones relativas a la
soledad como estado sugieren
que la mayoría de las personas necesitan estar algún tiempo solas para
satisfacer ciertas necesidades psicológicas, incluyendo el rejuvenecimiento.
Esto puede ser resultado de los efectos acumulativos de la estimulación
social recibida en días o semanas recientes. Las personas con pocas demandas
y poca estimulación social requieren menos soledad, y de hecho, la evitan. En su
investigación, Suefeld encontró que aquellos que presentan mayores demandas
de atención o habilidades sociales, tales como ejecutivos de negocios o madres de
niños pequeños, necesitan más tiempo para estar solos. Esto les permite
recuperar sus recursos, descansar y relajarse. Repotencia la energía
psicológica y el bienestar físico, se reduce la producción de estresantes y
mejora el funcionamiento inmunológico y otros cambios fisiológicos.
Lo que uno haga durante el tiempo en soledad,
como caminar,
meditar, relajarse, al parecer resulta menos relevante para el
rejuvenecimiento que el simple hecho de obtener soledad. Los convictos, algunas veces
golpean a los guardias o rompen las reglas de manera que los confinen en un
lugar solitario, en donde puedan recuperarse del barullo de la vida en prisión.
La cantidad de soledad
que las personas necesitan para recuperarse depende de cuánto tiempo les tome
estar aptos para enfrentar las demandas de su ambiente. Una hora, cada
ciertos días, puede ser suficiente para renovar a algunas personas, pero
puede no serlo.
El tiempo en soledad
satisface otras necesidades o funciones psicológicas además del rejuvenecimiento, señala Pedersen, de
la Universidad de Brigham Young. Su investigación sobre la privacidad sugiere
que la contemplación es la necesidad más imperante que resulta satisfecha por
la soledad:"Le
ofrece a las personas la oportunidad de contemplar quiénes son, qué
relaciones mantienen con otras personas y cuáles serán sus metas. Cumple un
función de asentamiento y autodefinición".
Otras dos necesidades psicológicas con las cuales se encuentra la soledad, son la
autonomía, es decir, el chance de hacer lo que uno desea, de actuar
libremente, y ser lo que uno es, así como
la confidencia. Esta última, resultó ser una respuesta sorprendente de los
sujetos de su investigación, quienes al parecer emplearon el término para
describir una relación devota con una deidad.
El estudio de Pedersen no encontró diferencias entre los géneros sexuales en
relación a la frecuencia con la cual las personas buscan la soledad. Pero, sí se halló que las mujeres
emplean la creatividad y la contemplación en mayor medida que los hombres.
Estos últimos, en cambio, presentan una fuerte preferencia por estar solos.
Un tipo de aislamiento en donde prefieren traslardarse geográficamente, irse
a la montaña o salir por un largo paseo en el carro, en lugar de refugiarse
en una oficina o dormitorio.
El componente de rasgo de la soledad,
sugiere que algunas personas presentan una preferencia por la soledad que es mucho
más grande que una necesidad de estar solos de vez en cuando. El psicólogo
Jerry Burger, PhD, especula que sólo un pequeño porcentaje de la población,
quizás no más de 10%, muestra este rasgo. Al contrario de los estereotipos
sociales, estas personas,"están bien ajustadas". Están
auto-actualizadas, presentan buena comunicación, se desempeñan bien en
situaciones sociales y disfrutan de sus amistades. Además, les gusta la soledad, de manera que
se las ingenian para pasar un tiempo solas de modo frecuente.
En niños y adolescentes
La soledad
aparentemente ofrece efectos saludables en otras etapas del desarrollo humano, particularmente en
la adolescencia. Los adolescentes reportan tener mayor concentración y menor
auto-conciencia durante la soledad,
señala el psicólogo Larson, quien sugiere que permite un estado mental más
productivo. Luego de estar solos, los adolescentes presentan mejor humor, a
diferencia de otros momentos. En una de sus investigaciones encontró que los
adolescentes que pasan cantidades intermitentes de tiempo solos, se
encuentran mejor ajustados que los demás.
De acuerdo a Larson, los adolescentes dicen que están solos cuando están
consigo mismos. Pero, hay que diferenciar entre la soledad de estar solo y la soledad relativa a otras personas.
"Sentir soledad
en relación a los amigos es pernicioso", señala Larson, pero, salir por
su cuenta o estar solo en su cuarto y sentirse solo, es probablemente
saludable.
En los niños, la soledad
es considerada signo de timidez. Sin embargo, los niños juegan solos por
varias razones, de acuerdo al psicólogo Robert Caplan, PhD, de la Universidad
de Carleton. Para la mayoría de los
pequeños, el juego es el primer paso en la escalera para su posterior juego
con otros. "El problema surge con aquellos niños que no suben el próximo
escalón".
En estudios con preescolares, Coplan y Kenneth Rubin, de la Universidad de
Maryland, observaron tres tipos diferentes de niños con tendencia a jugar
solos. El primero, es el niño tímido, quien desea interactuar con otros, pero
esto le causa angustia y miedo. El segundo caso se refiere a niños
socialmente inmaduros, quizás un tanto agresivos, activos y ruidosos, quienes
practican el juego solitario porque quizás nadie desea jugar con ellos.
Finalmente, se encuentran los niños que disfrutan jugando solos de forma
constructiva, prefiriendo los juguetes, rompecabezas u otros objetos, en
lugar de personas. Estos últimos, presentan un mayor rango de atención, sin
embargo, no son muy buenos en tareas orientadas a las personas como, por ejemplo,
Adivina el personaje. A la edad de 7 u 8 años, los niños que aún juegan solos
pudieran estar en riesgo de ser rechazados por sus pares, así como en riesgo
de no aprender las destrezas sociales necesarias para obtener relaciones
exitosas.
El hecho de que disfrutemos de períodos de soledad, no significa necesariamente que
experimentemos rechazo por el mundo externo. La soledad nos permite, no sólo explorarnos a
nosotros mismos, sino también nuestra relación con las personas y el mundo
que nos rodea, como
señala el psicólogo McIntosch: "Es un modo de ponernos a tono con el
mundo".
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