sábado, 16 de noviembre de 2013

¿Hay vida después de la muerte?

Estudio Biblico: ¿Hay vida después de la muerte? Para nosotros, la muerte es un muro y no podemos mirar por encima de él. Pero Uno ha derribado ese muro. Él estuvo al otro lado y volvió del otro mundo: Es el Señor Jesucristo. Él murió en la cruz y resucitó de entre los muertos al tercer día. De este triunfador sobre la muerte tenemos la certeza de que nuestra existencia no termina con la muerte. Este Estudio es Breve pero te dara Versiculos especificos que te ayduaran a entender el concepto de la vida eterna y poder explicarlo a otros. ¿Hay vida después de la muerte? Las gigantescas pirámides de los Egípcios dan testimonio de los conocimientos en las técnicas de construcción y arquitectura de aquel entonces, pero sobre todo son testimonios poderosos de una humanidad que cree en una vida después de la muerte. No hay civilización ni tribu en la tierra que no tenga esta fe. Ni siquiera los ateos constituyen una excepción. Cuando murió Ho Chi Minh (1890-1969), revolucionario de Vietnam del norte, se dio lectura a su testamento, ante notables personalidades del partido comunista y decía así: «Voy a reunirme con los camara- das Marx, Lenin y Engels». ¿Cómo explicar esta creencia uni- versal? Bueno, Dios «ha puesto eternidad en el corazón del hombre» (Ec 3:11). Para nosotros, la muerte es un muro y no podemos mirar por encima de él. Pero Uno ha derribado ese muro. Él estuvo al otro lado y volvió del otro mundo: Es el Señor Jesucristo. Él murió en la cruz y resucitó de entre los muertos al tercer día. De este triunfador sobre la muerte tenemos la certeza de que nuestra existencia no termina con la muerte. Nos ha dado testimonio de la realidad del cielo y del infierno. Somos criaturas destinadas a la eternidad, y llamadas a la vida eterna por la fe en Él: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Jn 11:25). ¿Qué es la vida eterna? ¿Cómo nos la podemos imaginar? En el lenguaje del Nuevo Testamento hay dos palabras completamente distintas para la palabra española «vida»: bios y zoä. Bios designa la vida biológica del hombre, como la de todas las demás criaturas vivientes. Esta vida transcurre rápida y fugazmente, como un río, como un sueño, como una flor que se marchita (Sal 90:5; Sal 103:15). En Job 14:1-2 leemos: «El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece». En otro lugar, esta vida que se nos escapa es comparada a una neblina: «Porque, ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece» (Stg 4:14). Otto von Bismarck dijo cierta vez que: «La vida es como la hábil extracción de un diente. Estamos pensando siempre que lo principal está aún por ocurrir, hasta que de repente nos damos cuenta de que todo ya pasó.» El poeta Chr. F. Hebbel escribió: «La vida es una almendra amarga, envuelta en siete capas de papel de oro». El ensayista Adolf Reitz definió la vida como «una fosa común de esperanzas y decepciones». La Biblia, en cambio, nos da una perspectiva de la vida completamente diferente: Para las personas que descubren que su vida es un maravilloso don de Dios y que la viven siguiendo a Jesús, adquiere una nueva dimensión, descrita en la palabra griega «zoä». Zoä es la vida que proviene de Dios, esa vida esencial, indisoluble y eterna. Jesucristo vino a este mundo para traernos la vida eterna. No solamente está ligada a Su persona, sino que en Él nos encontramos de manera directa con la vida eterna. Jesús dice en Juan 14:6: «Yo soy ... la vida (eterna)» (en griego zoä). También el apóstol Juan testifica de esta identidad de Jesús y la vida eterna: «Porque la vida (eterna), (gr. zoä), fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó» (1 Jn 1:2). El que cree en el Señor Jesucristo y le recibe como Señor, posee, por lo tanto, la vida eterna (1 Jn 5:12). Con la promesa de la vida eterna (1 Jn 2:25), nuestra vida temporal descansa sobre un fundamento eterno. Sólo esto explica por qué a causa de su fe, los discípulos de Jesús sufren persecución, prisión, tortura y aun la muerte sin negar a su Señor. La vida eterna sólo será plenamente manifestada después de la resurrección: «Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua» (Dn 12:2). En esta vida presente no sólo tenemos la promesa de la vida eterna, sino que ya tenemos parte en la vida abundante, la naturaleza y la gloria de Dios y de Jesucristo. Cuando la fe se torne en vista, entonces contemplaremos cara a cara al Señor Jesús y al Padre.

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