jueves, 18 de julio de 2013

Cómo elegir pareja con inteligencia. Parte I





Cómo elegir pareja con inteligencia. Parte I

Por Sixto Porras


Consideraciones preliminares

Antes que todo, es importante aclarar que ninguno de los extremos son buenos: solía pensarse en el pasado que si una relación empezaba, debía terminar en matrimonio, debía respetarse ese compromiso hasta el altar, aunque la relación hubiera caminado a medias o a trompicones, sin haber sido trabajada y sin conocimiento real de con quién nos estábamos casando. Pero hoy, suele ocurrir totalmente lo opuesto: cualquier excusa es válida para romper relaciones, ya nadie quiere esforzarse por ellas porque nadie quiere compromisos serios. Lo engañoso de ello es que si no demostramos compromiso en una relación, probablemente tampoco tengamos un compromiso serio con nosotros mismos. Salir huyendo a la primera ocasión es más fácil y cómodo, pero nunca sabremos de qué somos capaces. Claro está que “compromiso” no es promesa de matrimonio, “compromiso” es asumir que estamos de lleno en algo por lo que estamos dispuestos a trabajar, sea cual sea el resultado. Dicho esto, aplicar inteligencia en una relación es sinónimo de reflexión, análisis y consejo.

Con el amor no se juega, tampoco es cuestión de suerte; el amor no es ciego, el amor piensa, analiza, razona, es una decisión inteligente. Para elegir pareja con inteligencia, hay que tomar en cuenta lo siguiente: al enamoramiento, hay que añadir tiempo; al tiempo, amistad; a la amistad, consejo; al consejo, inteligencia; y a la inteligencia, sentido común.
¿Me conviene?, ¿lo conozco realmente?, ¿es alguien emocionalmente equilibrado?, ¿aprecia a su familia?, ¿tiene el concepto correcto de lo que es una familia?, ¿me respeta y se respeta a sí mismo o discutimos frecuentemente y muchas veces sin razón aparente?, ¿es una persona segura?, ¿tiene un alto sentido de realización y de superación personal?, ¿me siento estimulado(a) y apoyado(a) por esa persona para alcanzar mis metas personales?, ¿me veo compartiendo mi vida con esta persona?, ¿su proyecto de vida y el mío se complementan?, ¿esta relación nos beneficia mutuamente?, ¿podré vivir con sus defectos sin esperar que cambie?, ¿esta relación tiene futuro o es un “mientras tanto”?, ¿cómo me siento yo respecto a mí mismo y al otro y qué dice esa voz interna? Estas preguntas son esenciales para avanzar a la siguiente etapa.

¿Qué es la inteligencia?

Etimológicamente, inteligencia viene del latín “intellegentĭa”, que es la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas; y esta, a su vez, del latín “inteligere”, compuesta de “intus” (entre) y “legere” (escoger). En otras palabras: “saber elegir la mejor opción”.
 
Si nos hacemos las preguntas correctas y somos observadores mientras conocemos a la otra persona, traeremos inteligencia a la relación. Si no nos hacemos preguntas que permitan enriquecer nuestro criterio y no analizamos, podría haber consecuencias que vamos a lamentar después.


La inteligencia facilita el análisis de las opciones para seleccionar la mejor alternativa. Una persona inteligente es la que es capaz de escoger la mejor opción entre las diversas posibilidades que se le presentan. La inteligencia incluye el proceso necesario para recopilar la información, analizarla, comprenderla y utilizarla para decidir asertivamente.


Acompáñenos en el siguiente artículo de esta serie ahondaremos en el tema de cómo elegir inteligentemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario